Habla con tu hijo antes de acostarle

Hay pocas cosas más convincentes para un niño pequeño que la oportunidad de charlar con uno de sus padres. Y esto es especialmente necesario en los niños difíciles de abordar.

En muchas ocasiones necesitan hacen las paces con un progenitor antes de irse a la cama y enfrentarse a un nuevo día. Otras veces precisan ayuda para hacer las paces con un hermano con el que se han peleado. Otra manera convincente de establecer diálogo es la de leer juntos.

Hoy vamos a centrarnos en el aspecto de hacer las paces antes de dormir.

Si adviertes que tu hijo está disgustado, el mejor momento para averiguar que le pasa es antes de ir a a cama. Esto es especialmente cierto con niños en la etapa de preescolar y primaria. Además, si adoptas esta rutina en la edad temprana, tus hijos aceptarán que lo sigas haciendo durante los años siguientes, incluso hasta que vayan al instituto.

La hora de dormir supone un momento óptimo para establecer contacto y expresar los sentimientos. Por un lado, se debe a que están cansados y tienden a bajar las defensas. Por otro lado, la hora de dormir les trae reminiscencias de calidez, de mimos y de seguridad.

Tu actitud ante este tipo de conversaciones debe ser relajada y paciente. Si las preocupaciones de tu hijo no emergen la primera noche, lo harán la siguiente, o la otra, o quizá serán aliviadas de otras formas a través de interacciones diarias. Lo  mejor que puedes hacer es crear oportunidades para que salga a la superficie lo que preocupa a tus hijos.

Haz las paces con tu hijo antes de dormir

Pero volvamos al tema de hacer las paces. Y con esto me refiero a pedir disculpas por parte de los padres 😉

El mundo de tu hijo se vuelve del revés cuando surgen conflictos con los adultos que le importan. La hora de acostarle es el mejor momento para proporcionarle alivio.

Seguro que habrá habido numerosas ocasiones en que la rabia ha podido contigo. Es posible que hayas levantado la voz. Quizás les hayas dado unos azotes a tu hijo. O tal vez le hayas ignorado cuando reclamaba tu atención.

Y ahora estarás pensando, que es tu hijo quien te llevó a hacer estas cosas porque te sacó de tus casillas. Pues tengo una mala noticia que darte. Vosotros, los padres, sois los adultos, estoy segura de que de esto ya te habías dado cuenta. Si no eres capaz de mantener el autocontrol cuando te provoca, ¿qué puedes esperar de tus hijos, en especial de los más pequeños?

La disculpa de un padre o una madre implica una profunda comprensión de los sentimientos de tu hijo, una buena dosis de autocontrol y recurrir a tus mejores aptitudes sociales para hacer que la disculpa funcione.

El resultado a favor de los niños es impresionante

Les hace sentir seguros de su propia valía en este mundo. Saber que te preocupas lo suficiente por ellos como para hablarles con seriedad y admitir que has cometido un error. Además, les permite aprender humildad, una compañera de la empatía. Por último, alivia el estrés de la incertidumbre, la vergüenza y la duda que los niños experimentan al haber provocado o, a sus ojos, causado merecidamente una reacción o una falta de reacción por parte de uno de sus progenitores.

Un breve ejemplo de disculpa sería el siguiente:

Madre: Eva, he venido a darte las buenas noches

Eva: (entre dientes) Buenas noches

Madre: Estaba pensando en lo que ha pasado después de cenar. Me siento fatal por haberte gritado po uno llevar tu plato al fregadero. Te lo pedí dos veces y ésa ya era la tercera, pero ése no es motivo para gritarte como lo hice. Quería pedirte perdón.

Eva: Está bien, te perdono.

Madre: Te quiero ¿Nos damos un abrazo y un beso de buenas noches?

Eva: (abriendo los brazos). De acuerdo. Yo también te quiero, mami

Las claves de la fórmula para excusarse son:

«Estaba pensando en lo que ha pasado….» «Me siento ….. acerca de …. » Aquí le estás diciendo a tu hijo que has estado dándole vueltas a lo que ha pasado y estás poniendo palabras a los sentimientos que has experimentado tras tu reacción. «Quería pedirte perdón» o «Lo siento» son afirmaciones de confianza y/o aprobación. Y un «buenas noches» en tono positivo son frases clave de la crianza emocionalmente inteligente y seguro que a ti también te funcionan.

Recuerda, la crianza emocionalmente inteligente es un proceso. Se constante en la aplicación de sus principios y ten siempre muy presente que tú eres el adulto y son tus hijos los que necesitan de tu apoyo para aprender a entender y controlar todo su mundo interior que tantas veces os trae de cabeza.

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